El doctor, que tuvo que hacer frente por primera vez a la reparación de tejido en párpados, orejas y cuero cabelludo, asegura estar contento con que el sistema inmunológico del paciente no haya rechazado el tejido trasplantado.
Harison tuvo el accidente en septiembre de 2001 mientras apagaba el fuego de una casa en la localidad de Senatobia.
El fuego del incendio le provocaron graves quemaduras, dejándole sin piel en orejas, labios, gran parte de su nariz y todo su pelo facial, por lo que poco se podía hacer quirúrjicamente por su apariencia. Solía ir por la calle con un casco de béisbol y gafas.
Estuvo así durante casi una década hasta que recibió la llamada de un donante procedente de Nueva York, en la que le comunicaban que podían trasplantarle la cara de un chico de 26 años que había sido declarado muerto por un derrame cerebral tras un accidente de bicicleta