viernes, 24 de noviembre de 2017

Frondoso jardín cerrado 40 años en una botella

Cuando David Latimer plantó una semilla en una botella de vidrio el domingo de Pascua de 1960 por pura curiosidad, no tenía idea de que florecería en una masa de vegetación que prosperaría sin tocarla durante varias décadas.


Ahora, más de medio siglo después, el jardín embotellado sigue creciendo tan vigorosamente como siempre, llenando completamente la botella de exuberante vida vegetal, a pesar de estar sellada y de que la última vez que Latimer la regó fue en 1972.



Después de verter inicialmente un poco de compost en la botella globular, Latimer usó un alambre para bajar cuidadosamente una semilla de Tradescantia, y luego agregó una pinta de agua a la mezcla. Cerró la botella, la colocó en una esquina soleada y la magia de la fotosíntesis se hizo cargo de todo.

Excepto un solo riego en 1972, el jardín embotellado ha sido privado completamente de agua dulce y de aire, pero aúb así se las ha ingeniado para formar su propio ecosistema autosuficiente.

A través de la fotosíntesis, las plantas adquieren la energía necesaria para crecer absorbiendo la luz solar. El proceso genera oxígeno y humedad en el aire; La humedad se acumula dentro de la botella y "llueve" de nuevo en las plantas.

Las hojas que caen al fondo de la botella se pudren y producen los nutrientes y el dióxido de carbono necesario para la fotosíntesis.

Asombroso, una micro versión de la Tierra en una botella.


Latimer, que tiene ahora 82 años, espera transmitir este experimento continuo a sus hijos cuando él se vaya.